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Por Helen Chavarria Jara
Los hallazgos funerarios suscitan gran interés en el público en general. Encontrar un entierro, sea simple o complejo, tengan grandes ofrendas o no, es fascinante ya que da idea de nuestros antepasados y sus condiciones de vida. Los esqueletos humanos, los restos directos de los individuos almacenan información sobre la vida y muerte de las sociedades pretéritas. La disciplina que estudia estas osamentas es la bioarqueología. En esta nota discutiremos sobre los restos óseos de las mujeres y hombres de la antigüedad.
¿Qué es la bioarqueología?
La bioarqueología es el estudio de los restos humanos dentro de un contexto arqueológico. Es decir, se estudia el esqueleto humano no de una manera aislada sino dentro de sus componentes sociales, culturales, físicos, con el fin de comprender cómo vivieron las personas de las sociedades extintas.
En toda sociedad tanto mujeres como hombres se desenvuelven bajo determinadas estructuras económicas, políticas e ideológicas, donde asumen distintos roles y desempeñan diferentes ocupaciones. Esas actividades pueden ser observadas y cuantificadas a través del estudio bioarqueológico.
La bioarqueología estudia temas como el perfil biológico, es decir estimación del sexo, edad y estatura; identidad social como modificación craneana; actividades significativas que dejan marcas en los huesos; paleodemografía, es decir tipo y cantidad de individuos; dieta a través del estudio de los dientes; salud, teniendo presente que no todas las enfermedades dejan huellas en las osamentas y; temas relacionados a la violencia/conflictos que permite acercándonos a la vida y la forma en que murieron.
¿En qué consiste la colección de óseos humanos del CAEB?
Actualmente, la colección del Complejo Arqueológico El Brujo (CAEB) cuenta con un depósito exclusivo para los restos óseos (depósito 6), el cual incluye restos humanos y animales. Contamos con 304 cajas de óseos humanos excavados entre las temporadas 1990 y 2013. De ellas 232 cajas corresponden a entierros completos e incompletos y 70 a contextos disturbados.
La colección de óseos está integrada por restos procedentes del periodo Formativo (primer milenio a.C.) y las épocas Moche (100-800 d.C.) y Lambayeque (800-1375 d.C.). Por el momento sólo los esqueletos que corresponden a contextos funerarios no disturbados, es decir no han sufrido alteraciones desde el momento de su entierro, fueron analizados a nivel de perfil biológico.
¿Cómo identificamos los huesos de un niño o un adulto?
Los huesos de los infantes son pequeños y se caracterizan porque aún no se han terminado de osificar (soldar), razón por la que los niños tienen más huesos en comparación con los adultos (206 huesos).
Otra diferencia la encontramos en los dientes. Nuestra boca se puede segmentar en cuatro cuadrantes, dos arriba y dos abajo, cada cuadrante está conformado por dientes, ya sea deciduos (dientes de leche) o permanentes (dientes que nos duran toda la vida). En el caso de los niños se trata de dientes de leche formados por 20 piezas; cada cuadrante constituido por 2 incisivos, 1 canino y dos molares. Por otra parte, los adultos tienen dientes permanentes conformados por 32 piezas. Cada cuadrante constituido por 2 incisivos, 1 canino, 2 pre-molares y 3 molares.
¿Cómo sabemos si los huesos corresponden a una mujer o un hombre?
Es posible determinar el sexo en individuos a partir de ciertos huesos. La pelvis de una mujer tiende a ser más ancha en comparación con la del hombre que es mucho más estrecha. De hecho, fue uno de los indicadores que identificaron los bioarqueólogos para afirmar que la Señora de Cao efectivamente era una mujer. En el caso del sacerdote principal, que acompañó a la Señora de Cao, sucedió lo mismo. Tenía la pelvis más estrecha.
Otro rasgo diagnóstico el cráneo, mucho más fino cuando se trata de una mujer, en comparación del sexo opuesto que es más robusto. La cresta nucal (protuberancias en la parte posterior del cráneo), el proceso mastoide (hueso sobresaliente muy cerca al oído), la glabela (protuberancia en la frente) y el mentón son más pronunciados y robustos en los hombres y leves en las mujeres.
¿Es posible saber la edad de muerte de las personas en base a sus esqueletos?
En adultos, la sínfisis púbica que es parte de la pelvis es un rasgo diagnóstico. A medida que va pasando el tiempo se va deteriorando los surcos de esta parte del hueso y este deterioro se ubica en rangos que permite relacionarlo con la edad de los individuos.
En niños, la erupción de los dientes en el maxilar y la mandíbula permiten estimar la edad. El maxilar y la mandíbula forman nuestra boca. El primero es el hueso que contiene los dientes superiores, mientras la mandíbula los inferiores. Conforme los seres humanos vamos creciendo, van creciendo y erupcionando nuestros dientes. Así, podemos identificar los estadios de erupción y crecimiento y relacionarlos con la edad de los individuos (Ubelaker 1989). La fusión de los huesos también ayuda en la estimación de la edad. Sin embargo, se tiene que contrastar la información de varias partes del cuerpo para llegar a una estimación de la edad con rangos de error mínimos.
¿Qué enfermedades padecieron las personas cuyos restos óseos custodiamos?
Las poblaciones prehispánicas vinculadas al CAEB sufrieron enfermedades, al igual que hoy las padecemos desde muy temprana edad. Lo maravilloso de poder analizar los huesos es que en ellos quedaron algunas huellas de estas situaciones relativa o totalmente traumáticas. Haciendo referencia, por ejemplo, a los trabajadores del CAEB, en el depósito 6 podemos hallar huesos que indican el padecimiento de anemia. Se evidencia por la presencia de agujeros leves o profundos en las cavidades destinadas para los ojos, conocido como criba orbitalia (Stuart-Macadam 1989) o en el área parietal y occipital del cráneo, conocido como hiperostosis porótica (Kozlowski y Henryk 2012).
También se tiene evidencia espondiloartrosis, que es la presencia de artrosis en las vértebras. Es una enfermedad degenerativa que se caracteriza por fenómenos como osteofitos, labiación y eburnación. Por ejemplo, en el depósito 6 tenemos una cantidad de vértebras con osteofitos bien pronunciados. Otra patología son los nódulos de Schmorl que son herniaciones que dejan hundimientos en el cuerpo de las vértebras. Relacionado con actividades mecánicas de gran estrés y reiterativas. Y así existe una larga lista de enfermedades y traumas que se padecieron en el pasado.
Como hemos visto, los huesos humanos almacenan mucha información de la persona en vida y son los bioarqueólogos quienes los analizan con el objetivo de saber sobre las condiciones de vida de las antiguas sociedades.
Referencia bibliográfica
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Kozlowski, T. y W.W. Henryk (2012). “Metabolic and Endocrine Diseases”. En A companion to paleopathology. Grauer, A.L. (ed.). Willey-Blackwell. UK.
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